miércoles, 12 de septiembre de 2012
¡Cómo pasa el tiempo!
martes, 25 de marzo de 2008
...Y el tiempo se va...
Buenas noches a todos, me voy a dormir que no tengo mucho tiempo para descansar...
domingo, 17 de febrero de 2008
Cobardía... y lágrimas...
jueves, 7 de febrero de 2008
...Y volvieron los colores
¡Volvamos a Balaídos!
martes, 4 de diciembre de 2007
El día que vi tus manos
No sé por qué siempre me han llamado la atención las manos de la gente. Siempre me he preguntado por qué no puedo evitar fijarme en esa parte del cuerpo. No puedo conocer a alguien y no mirarle a las manos. Observo cómo se mueven, cómo encienden un cigarro, se llevan un vaso a la boca o simplemente cortan el aire mientras se convierten en personajes principales de la historia que su dueño retransmite.
Recuerdo la primera vez que vi las tuyas. Es como una fotografía que nunca se borrará de mi mente. Tus manos, ambas ocupadas, (una sostenía un teléfono móvil negro y otra una carpeta que no pensé que compartiríamos durante tantos y tan maravillosos momentos), parecían analizarlo todo. Era como si fuesen tus manos y no tus ojos los que realizaban la tarea de reconocimiento que todos llevamos a cabo al conocer a alguien. Las miré, las miré detenidamente, podría hasta decir, que las analicé. Me fijé en la sensible dureza y seguridad que transmitían. Me fijé en las marcadas venas que surcan su superficie y me esforcé por apartar mi mirada de ese torrente de vida y mirarte a la cara. Sin embargo no podía dejar de pensar en ellas, en esa parte de tu cuerpo que pronto despertaría un mayor interés en mi interior. Durante varios días compartidos me dediqué a observar sus movimientos suaves y precisos, su pulso exacto y su tacto sincero.
Sí, hace un poco más de cuatro meses desde los días en los que simplemente observaba tus manos. Ahora me gusta sentir su tacto entre las mías. Me encanta que rocen mi cuerpo y me acaricien. Simplemente observarlas mientras enciendes un cigarro me hace desear tocarlas. Y es que cada vez que estoy a tu lado tus manos se acercan a mí, me tocan, juegan, se convierten en ese objeto capaz de acercarse a mí, de hacerme sentir tu calor o tu enfado. Es como si tus manos me mirasen mientras tu mirada se pierde en el infinito, y me siento observada por ellas y las observo y sólo quiero que me abraces mientras tus manos me miran.
viernes, 9 de noviembre de 2007
La importancia de los colores...
Todo eso está a punto de irse a pique quién sabe hasta cuándo por culpa de esos billetitos de monopoly sin los que en esta sociedad consumista en la que estamos inmersos ya no se puede vivir. Todo eso está a punto de irse a pique porque el orgullo de fieles aficionados, como yo (ya no sé si lo soy como antes) hemos renunciado a nuestras tardes de lágrimas amargas y euforias excesivas en un campo que nos vio crecer y que ahora, cuando merodeamos por sus alrededores, simplemente consideramos el mejor campo de segunda. Qué pena, qué tristeza profunda siento cuando abro mi armario, o el maletero de mi coche, y veo, dormida y silenciosa, la bandera de mi equipo. Esa que recorrió conmigo numerosos países, que me observó desde la pared de mi habitación mientras comprobaba los resultados y clasificación de mi "celtiña" cuando la distancia me impedía alentarlos en el campo. Y ahora, ahora que estoy cerca, descansa en mi armario, sin protestar, qué pena que no hable, que no les hable a todos los aficionados y les dé el ánimo que necesitan para volver al campo, aunque sea a las 12:00 del mediodía. Cambiemos la cerveza de la tarde por el vino del mediodía, y vayamos a darles las alegrías que nosotros esperamos de ellos a finales de temporada. Nos necesitan para ascender, del mismo modos que nosotros necesitamos el ascenso para volver a gritar, a llorar, a reír, a saltar, a celebrar, a maldecir,... para volver a agitar nuestras bufandas en un campo que pertenece a la primera de las primeras ligas.
Ya sólo me queda pediros una cosa: gritad conmigo ¡ALA CELTIÑA!
martes, 23 de octubre de 2007
¿Qué día es hoy...?
Millones de ideas, de sugerencias, de consejos, de pensamientos y nada cobra forma en el mundo real, en este mundo caótico de calentamiento global e hipotecas impagables en el que nos ha tocado vivir. A veces la ficción es la mejor salida y leo, leo mucho rato, busco respuestas en páginas pobladas de historias que no son la mía. Cada uno se forma su pequeña "cortina de humo" que la sociedad alimenta como a un perro hambriento ofreciéndonos cada vez más deportes, haciéndonos involicrarnos tanto con "los nuestros" que ocupamos una gran parte del día pensando en las injusticias a las que se ven sometidos. Decidme sinceramente, ¿no deseábamos todos que a Hamilton le pasara lo que le pasó? Miento, lo que le pasó no, peor aún, que en su primera salida de pista no pudiese reincorporase. Nuestra ira por las injusticias a las que se vio sometido Alonso nos hicieron darle nuestro cariño y aliento carrera tras carreara, y no ¿será que nos sentimos identificados con él? ¿No será que todos pensamos que en muchas ocasiones nos tratan de manera injusta?
Miles de indeas siguen rondando por mi mente y sigo sin saber qué día es hoy, porque cada día es igual que el anterior....