miércoles, 12 de septiembre de 2012

¡Cómo pasa el tiempo!

No sé por qué ayer por la noche se me dio por revisar mi blog. Tal vez nostalgia de aquellos ratos dedicados a la escritura, tal vez nostalgia de la facilidad para escribir que antaño tenía. Supongo que, como todo, es práctica, y si no practicas... pues eso, que todo se olvida menos montar en bici! No sé, a lo mejor mi subconsciente quiso informarme de que nunca debes dejar de hacer las cosas que te gustan, o a lo mejor mi "consciente" quiso recordar a qué dedicaba mis horas muertas hace unos años. Y... ¡sorpresa! Hacía cuatro años que no escribía nada en mi blog!!!! Tanto que la cuenta de correo electrónico que usé para crear el blog ya no existe, y como, obviamente, no recordaba mi contraseña de acceso, reacceder al blog fue considerablemente difícil...

Pero si "reacceder" a mi blog fue difícil, más lo fue releer lo ya publicado. En algunos casos no recuerdo haber escrito aquello, en otros creo que nunca podré volver a escribir así, o al menos a hacerlo con la misma facilidad de aquella época. Y entonces me pregunto si será verdad la leyenda popular de que los grandes genios de la literatura crearon sus obras en momentos de tristeza. Me pregunto si será verdad que cuando estamos tristes producimos más y mejor, en lo que al arte se refiere, por supuesto! Porque si eso es cierto en este momento me va a resultar más difícil escribir...

Sin embargo, me gustaría poder mantener mi blog activo, aunque sea escribiendo de vez en cuando para quejarme por la situación política actual o para seguir expresando mis colores futboleros, o, simplemente, para que sepáis que lo sigo intentando, que sigo mi batalla hacia la buena escritura, aunque sea varios años después, exactamente 4. ¡Cómo pasa el tiempo!

martes, 25 de marzo de 2008

...Y el tiempo se va...

A veces me pregunto por qué tan rápido, y otras sin embargo se hace eterno. Es que el tiempo es tan caprichoso como nosotros, el único problema es que suele ir al revés. Tal vez cabezonería, sólo por llevarnos la contraria. Tal vez porque es su único modo de enseñarnos que la vida es un camino sinuoso y encima lleno de baches que nos pone la zancadilla a cada paso. Tal vez porque por experiencia sabe que al final siempre va a ganar él y que lo único que podemos hacer es acompañarlo a través de este viaje "infinito". Tal vez porque quiere que aprendamos de su cabezonería e intentemos imponer nuestros deseos y voluntades a fuerzas ajenas que condicionan nuestros estados de ánimos. Tal vez porque es la Ley de Murphy... y si algo puede salir mal, pues eso que saldrá mal. Pero yo no quiero creérmelo. Prefiero darle la mano al tiempo y dejar que me guíe por esta corriente turbulenta que es la vida y aprender que el tiempo no es más que lo que nosotros queremos que sea, ¿a caso no es nuestro tiempo?.

Buenas noches a todos, me voy a dormir que no tengo mucho tiempo para descansar...

domingo, 17 de febrero de 2008

Cobardía... y lágrimas...

A veces mis palabras, mis pensamientos, mis instantes de soledad suenan a determinación y valentía, pero al final, son escarceos con la cobardía. No me atrevo, no puedo, siento que se me cae el mundo y sin saber por qué noto que unas gotas entre amargas y dulces pueblan mis mejillas, se deslizan y buscan el camino hacia el interior de mi cuerpo a través de los labios semiunidos que permiten una respiración entrecortada y triste. No puedo. La cobardía se adueña de mí y me dice que es mejor poco que nada. Que merece la pena sufrir por pequeños instantes fugaces y transitorios de dudosa felicidad. Cobardía, ¿por qué no te vas? ¿por qué no me dejas sola de nuevo?... Preguntas sin respuesta revolotean por mi mente sin posarse, sin darme tiempo a encontrar respuesta para una sola. Cobardía que no me dejas pensar por miedo a las respuestas hirientes y a las que no quieres poner palabras porque al darles un nombre se convierten en reales, y te engañas. Te engañas a ti misma porque que en el fondo es mejor que te engañes tú que que te engañen los demás. Cobardía, déjame sólo unos días, déjame encontrar la verdad sin miedo a afrontarla, déjame descubrir por qué me hacen llorar, déjame descubrir qué ocurre a mi alrededor. Sólo déjame, vete, vete lejos....

jueves, 7 de febrero de 2008

...Y volvieron los colores

El Sábado jugaba el Celtiña. En frente un equipo de segunda. Yo en la grada. Al principio me daba pena pensar que estaba en Balaídos y que iba a ver Celta-Castellón, un partido de segunda. Pero entonces el árbitro pitó el inicio del encuentro, el himno del Celta volvió a sonar, la afición (9000 espectadores) se puso en pie para corear "nuestro himno" y agitar las bufandas. Entoces me olvidé de que era un partido de segunda, de que ni siquiera estamos en puestos de ascenso, de que el Celta necesita más, mucho más. Los 9000 espectadores que poblábamos Balaídos gritamos, nos pusimos de pie, nos tapamos la cara, sufrimos, insultamos, animamos, nos desesperamos,..., pero al final llegó... De nuevo llegó el grito de ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!, los abrazos, la euforia, la alegría, las bufandas sobrevolando nuestras cabezas... La afición se animaba y los jugadores lo intentaban. No pudo ser. Perdimos. Pero la emoción de volver a gritar ¡GOL! todavía la puedo sentir. Mi bufanda aún reposa en mi escritorio, recordándome porque anhelaba tanto una tarde en Balaídos, porque el sentimiento común, instantáneo, liberador e inesperado de miles de gargantas gritando lo mismo por una misma causa no tiene precio.

¡Volvamos a Balaídos!

martes, 4 de diciembre de 2007

El día que vi tus manos

No sé por qué siempre me han llamado la atención las manos de la gente. Siempre me he preguntado por qué no puedo evitar fijarme en esa parte del cuerpo. No puedo conocer a alguien y no mirarle a las manos. Observo cómo se mueven, cómo encienden un cigarro, se llevan un vaso a la boca o simplemente cortan el aire mientras se convierten en personajes principales de la historia que su dueño retransmite.

Recuerdo la primera vez que vi las tuyas. Es como una fotografía que nunca se borrará de mi mente. Tus manos, ambas ocupadas, (una sostenía un teléfono móvil negro y otra una carpeta que no pensé que compartiríamos durante tantos y tan maravillosos momentos), parecían analizarlo todo. Era como si fuesen tus manos y no tus ojos los que realizaban la tarea de reconocimiento que todos llevamos a cabo al conocer a alguien. Las miré, las miré detenidamente, podría hasta decir, que las analicé. Me fijé en la sensible dureza y seguridad que transmitían. Me fijé en las marcadas venas que surcan su superficie y me esforcé por apartar mi mirada de ese torrente de vida y mirarte a la cara. Sin embargo no podía dejar de pensar en ellas, en esa parte de tu cuerpo que pronto despertaría un mayor interés en mi interior. Durante varios días compartidos me dediqué a observar sus movimientos suaves y precisos, su pulso exacto y su tacto sincero.

Sí, hace un poco más de cuatro meses desde los días en los que simplemente observaba tus manos. Ahora me gusta sentir su tacto entre las mías. Me encanta que rocen mi cuerpo y me acaricien. Simplemente observarlas mientras enciendes un cigarro me hace desear tocarlas. Y es que cada vez que estoy a tu lado tus manos se acercan a mí, me tocan, juegan, se convierten en ese objeto capaz de acercarse a mí, de hacerme sentir tu calor o tu enfado. Es como si tus manos me mirasen mientras tu mirada se pierde en el infinito, y me siento observada por ellas y las observo y sólo quiero que me abraces mientras tus manos me miran.

viernes, 9 de noviembre de 2007

La importancia de los colores...

¡Qué triste me siento al leer en el periódico la enorme deuda de mi "Celtiña! ¡Qué pena que los que presumimos de ser celtiñas siempre, da igual la categoría, estemos enfadados con la directiva del club y ya no vayamos al campo! ¡Qué sensación de vacío sentarme todos los fines de semana ante mi televisor para observar un Balaídos, otrora abarrotado, completamente desértico mientras aquellos que defienden nuestros colores lo hacen sin nosotros, sin nuestro aliento, sin nuestro calor! Y me pregunto, ¿no podemos separar, aunque sólo sea por una vez, política y deporte y regresar con nuestras bufandas y banderas a dar color a un estadio que nos anhela? ¿No podemos demostrar que aunque el presidente y demás chupapollas y ladrones de turno se dediquen a despilfarrar nuestro dinero, que aunque esos "mierdecillas" se empeñen en echar abajo y hundir al "celtiña", el celtiña es nuestros, nos pertenece, son nuestros colores? ¿No podemos, como hemos hecho siempre, volver a sentarnos en las gradas que nos cobijaron durante años tardes y tardes y compartir un paquete de pipas, una mirada, un sufrimiento o un efusivo abrazo al tiempo que gritamos ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! y animamos a los nuestros?

Todo eso está a punto de irse a pique quién sabe hasta cuándo por culpa de esos billetitos de monopoly sin los que en esta sociedad consumista en la que estamos inmersos ya no se puede vivir. Todo eso está a punto de irse a pique porque el orgullo de fieles aficionados, como yo (ya no sé si lo soy como antes) hemos renunciado a nuestras tardes de lágrimas amargas y euforias excesivas en un campo que nos vio crecer y que ahora, cuando merodeamos por sus alrededores, simplemente consideramos el mejor campo de segunda. Qué pena, qué tristeza profunda siento cuando abro mi armario, o el maletero de mi coche, y veo, dormida y silenciosa, la bandera de mi equipo. Esa que recorrió conmigo numerosos países, que me observó desde la pared de mi habitación mientras comprobaba los resultados y clasificación de mi "celtiña" cuando la distancia me impedía alentarlos en el campo. Y ahora, ahora que estoy cerca, descansa en mi armario, sin protestar, qué pena que no hable, que no les hable a todos los aficionados y les dé el ánimo que necesitan para volver al campo, aunque sea a las 12:00 del mediodía. Cambiemos la cerveza de la tarde por el vino del mediodía, y vayamos a darles las alegrías que nosotros esperamos de ellos a finales de temporada. Nos necesitan para ascender, del mismo modos que nosotros necesitamos el ascenso para volver a gritar, a llorar, a reír, a saltar, a celebrar, a maldecir,... para volver a agitar nuestras bufandas en un campo que pertenece a la primera de las primeras ligas.

Ya sólo me queda pediros una cosa: gritad conmigo ¡ALA CELTIÑA!

martes, 23 de octubre de 2007

¿Qué día es hoy...?

Pei se levanta, oigo una persiana, seguramente mi madre va a ir a desayunar y me planteo la duda repetitiva y constante de cada mañana ¿remoloneo un poco más o me levanto? mientras me lo pienso ya estoy remoloneando y es que no sé quén dijo aquello de "haz un encargo a alguien que tenga muchas cosas que hacer, no se lo hagas al que no hace nada". Cierto como la vida misma. Desde hace poco más de un mes vuelvo a estar sin hacer nada y a replantearme muchas cosas... Cuando cierras los ojos y te refugias entre tus mantas en la oscuridad de la noche todo parece sencillo, cuando los brazos fuertes de esa persona te dan cobijo mientras te besa el pelo, todo parece posible... pero cuando te despiertas sola en tu cama y has de enfrentarte a un nuevo día todo se vuelve gris, complicado, difícil. A veces algo tan sencillo como tomar una decisión es el paso más difícil de todos.

Millones de ideas, de sugerencias, de consejos, de pensamientos y nada cobra forma en el mundo real, en este mundo caótico de calentamiento global e hipotecas impagables en el que nos ha tocado vivir. A veces la ficción es la mejor salida y leo, leo mucho rato, busco respuestas en páginas pobladas de historias que no son la mía. Cada uno se forma su pequeña "cortina de humo" que la sociedad alimenta como a un perro hambriento ofreciéndonos cada vez más deportes, haciéndonos involicrarnos tanto con "los nuestros" que ocupamos una gran parte del día pensando en las injusticias a las que se ven sometidos. Decidme sinceramente, ¿no deseábamos todos que a Hamilton le pasara lo que le pasó? Miento, lo que le pasó no, peor aún, que en su primera salida de pista no pudiese reincorporase. Nuestra ira por las injusticias a las que se vio sometido Alonso nos hicieron darle nuestro cariño y aliento carrera tras carreara, y no ¿será que nos sentimos identificados con él? ¿No será que todos pensamos que en muchas ocasiones nos tratan de manera injusta?

Miles de indeas siguen rondando por mi mente y sigo sin saber qué día es hoy, porque cada día es igual que el anterior....